El Antiguo Régimen

10 noviembre 2010

LA EUROPA DEL ANTIGUO RÉGIMEN

1.- UNA ECONOMÍA DE BASE SEÑORIAL
La economía del Antiguo Régimen era básicamente rural. Entre el 80 y el 90% de la población se dedicaba a las tareas agrícolas, y esta actividad proporcionaba casi el 75% de la producción global de bienes. El predominio de la propiedad vinculada (es decir en manos de la nobleza y el clero) tenía un tipo de agricultura tradicional y poco dinámica, como resultado de la poca inversión en su productividad.
La mayor parte de la producción se dedicaba al autoconsumo, por tanto, los intercambios comerciales eran escasos y el comercio se veía dificultado por la insuficiencia de un sistema de transportes. Pero, a pesar del predominio agrícola, también existían otras actividades de tipo artesanal e industrial que, a partir del siglos XVI se vieron fuertemente estimuladas pñor el desarrollo del comercio ultramarino.

1.1.- La propiedad de la tierra
La tierra, durante el Antiguo Régimen era la fuente más importante de riqueza. Sólo una pequeña parte de las tierras podían ser consideradas de propiedad privada, es decir, se podía disponer libremente de ellas y ponerlas a la venta si se creía oportuno. Las demás estaban vinculadas a un título nobiliario, a la Iglesia, a un municipio o a la Corona. La propiedad vinculada permitía a su titular sacar provecho económico y ejercer jurisdicción sobre ella, pero no era libre para venderla.
El conjunto de tierras en manos de un señor (noble o eclesiástico) recibía el nombre de señorío territorial.

1.2.- Los derechos señoriales
Es el conjunto de beneficios y rentas que recibían los señores. Estos derechos provenían, en primer lugar, de la explotación económica de sus propiedades, a través de los censos (pagados mediante productos o trabajo entregado por los campesinos de sus tierras) como las tasas por la utilización de los monopolios señoriales (molinos, herrerías, etc…)
Pero además los señores tenían derecho a ejercer sobre la zona atribuciones de carácter público (señorío jurisdiccional) que le otorgaba la facultada de dictar órdenes, reglamentos en sus dominios, juzgar y les concedía inmunidad respecto al poder real. El señor también sacaba provecho económico del señorío jurisdiccional a través de las multas aplicada en función de su poder judicial, de los peajes de caminos y puentes, de los derechos de circulación de mercancías y de los permisos de mercado.
A estos tributos “feudales” mantenidos durante siglos, se debe añadir el diezmo, que consistía en la obligación para los campesinos de entregar la décima parte de las cosechas a la Iglesia para asegurar el mantenimiento del clero y del culto.

1.3.- El estancamiento agrícola
En general, la agricultura era una actividad tradicional, muy atrasada desde el punto de vista técnico con una productividad muy baja. Era una agricultura de subsistencia, dedicada al policultivo de cereales, que utilizaba la técnica del barbecho, es decir, dejando siempre una parte de la tierra sin cultivar. No había especialización y el comercio era escaso.
La producción ganadera era también insuficiente, ya que la agricultura no producía los alimentos necesarios para aumentar la cabaña.
Las cosechas marcaban todo el ritmo de la economía, seque se veía periódicamente azotada por las llamadas crisis de subsistencia: periodos de especial carencia o encarecimiento de productos básicos, esencialmente del trigo. Estas crisis periódicas generaban hambre, desnutrición y aumento de la mortalidad entre la población.

1.4.- Industria tradicional y manufacturas.
El aumento progresivo de la demandad de productos a partir de los siglos XVI y XVII, estimuló a los comerciantes y a algunos artesanos a buscar nuevos sistemas de producción para escapar del control gremial, que dificultaba el aumento de la producción y no permitía un margen demasiado amplio de beneficios. Con este objetivo se empezó a extender el domestic system, que consistía en dar trabajo a domicilio a las familias campesinas. Así un artesano-comerciante distribuía la materia prima y facilitaba los instrumentos de trabajo para que los productos se elaborasen en los pequeños talleres instalados en la misma casa del campesino. Después, el comerciante, que normalmente pagaba por pieza elaborada, se encargaba de comercializar el producto en los mercados urbanos o coloniales.
Durante el siglo XVIII se difundió otro modelo de producción industrial: las manufacturas. Estas eran establecimientos subvencionados, impulsados por el Estado (en la Europa continental) o de iniciativa privada (en Inglaterra), donde se elaboraban determinados artículos de lujo. También se fabricaban productos para venderlos en los mercados internacionales por medio del comercio colonial. Su novedad consistía en el hecho de que la manufactura concentraba a un número muy elevado de trabajadores a sueldo bajo un mismo techo. En este sentido, las manufacturas constituyen un precdente de la fábrica.

1.5.- Comercio interior y comercio colonial.
Los escasos excedentes, el bajo nivel de especialización y un sistema de transportes insuficientes deban como resultado un limitado desarrollo del comercio interior. Los intercambios se realizaban en ferias locales y comarcales.
Sin embargo, el aislamiento comercial característico del periodo preindustrial se rompió con el comercio colonial. A partid el siglo XVI se hizo mucho más frecuente el comercio entre territorios separados por el mar que entre regiones más próximas por tierra. Se abrieron nuevas rutas marítimas y el comercio colonial se convirtió en un factor de estímulo para las economías europeas. El comercio colonial proporcionaba materias primas para las industrias, permitía vender objetos manufacturados y daba grandes beneficios a sus ejecutores.
Los beneficios obtenidos con el comercio colonial eran muy altos y esta rentabilidad favoreció la proliferación de mercaderes, banqueros y prestamistas, a sí como un mayor desarrollo de los bancos y las compañías comerciales. El gran movimiento y acumulación de capitales que se produjeron alrededor del comercio colonial justifica que algunos autores caractericen este periodo preindustrial como el del capitalismo comercial.
Las monarquías absolutas de los siglos XVII y XVIII propiciaron, mediante políticas mercantilistas, la protección de las grandes manufacturas, de las compañías comerciales y del comercio colonial. A través de prácticas intervencionistas, subvencionaron grandes manufacturas reales, concedieron concesiones comerciales (dando privilegios de comercio a ciertas compañías privadas) y protegiendo las flotas mercantes. Los monarcas se mostraban convencidos de que la riqueza de un país dependía de la cantidad de metales preciosos de que disponía y que, por lo tanto, se debía ejercer una política encaminada a favorecer la exportación y a frenar la importación, para conseguir, así acumular la mayor cantidad de oro y plata posible: (mercantilismo)

2.- EL ABSOLUTISMO MONÁRQUICO

La forma de gobierno predominante en toda Europa era la monarquía absoluta, en la que el poder del monarca destacaba por encima de todos los demás estamentos. El absolutismo era el resultado del fortalecimiento del poder real por encima de la nobleza, iniciado a finales de la Baja Edad Media. Sin embargo, había muchas diferencias entre los diversos reinos, y en algunos, la monarquía se veía limitada por la intromisión de la nobleza o por el control de las Cortes.

2.1.- La monarquía de derecho divino
La estructura piramidal y jerarquizada de la sociedad estamental tenía su cúspide en el monarca absoluto. Él estaba por encima de todos los habitantes de su reino y todos eran sus súbditos, a él sometidos y por él gobernados. Así, el eje central del sistema político del Antiguo Régimen era la monarquía absoluta de derecho divino, según la cual la autoridad del monarca provenía de Dios, en nombre de quien ejercía el poder.
Como reflejo de ese poder divino, el monarca poseía un poder absoluto: nombraba a los magistrados, administraba justicia y dirigía la política exterior. No se sometía a ningún control y no compartía la soberanía con nadie. Todo el Estado residía en él, y la voluntad de sus súbditos estaba englobada en la suya. El ejemplo más completo y conocido de la fórmula política de monarquía absoluta fueron los Borbones en Francia. (Luis XV llegó a decir: “el Estado soy yo (…) el orden público emana de mí, y los derechos e intereses de mi nación (…) reposan en mis manos”.)
Sin embargo, en la práctica el monarca estaba auxiliado por unas instituciones que lo asesoraban y ejecutaban sus mandatos. El principal órgano de gobierno era el Consejo de Estado, cuyos miembros habían de ser designados por el rey. La administración local estaba en manos de gobernadores e intendentes, y por último una legión de funcionarios y burócratas se encargaban de ejecutar las órdenes reales, de administrar justicia, de recaudar impuestos, etc.
El poder del soberano estaba restringido, no obstante, por la ley divina a la que estaba sometido como cualquier otro; por el derecho natural, conjunto de normas formadas por la costumbre y la tradición y por las leyes fundamentales de cada reino, que expresaban un mínimo pacto entre le monarca y sus súbditos, que el monarca debía aceptar en el momento de su coronación. Este último caso comprende las limitaciones que los Parlamentos, las Cortes o los Estados Generales imponían al monarca.
Desde la Baja Edad Media fue frecuente que a la Corte, formada por nobles yy clérigos que aconsejaban al rey, se uniesen los representantes de las ciudades (burgueses). Estos tres grupos constituían las Cortes o Parlamentos, pero su papel era muy limitado y se deben confundir con los Parlamentos modernos: sólo tenían algunas atribuciones en materia fiscal, suplían al monarca en situaciones excepcionales y ratificaban a los nuevos reyes. Cada estamento deliberaba separadamente y votaba como grupo ante las propuestas del monarca (1 estamento = 1voto). Por lo tanto, las decisiones del estamento privilegiado (nobleza-clero) tenían más fuerza dentro de las Cortes.
Los monarcas absolutistas intentaron marginar a los Parlamentos que podían obstaculizar el ejercicio del poder absoluto, y sólo recurrían a convocarlos en situaciones extremas: para pedir aumento de impuestos o ayudas económicas.

3.- LA SOCIEDAD ESTAMENTAL

La sociedad del Antiguo Régimen estaba dividida, según el derecho tradicional, en tres órdenes o estamentos: el clero (que se ocupaba de rezar y asegurar la protección divina); la nobleza (que combatía y protegía a la sociedad), y el estado llano o tercer estado (que comprendía grupos tan diversos como el campesinado, la burguesía y las clases populares de las ciudades y cuya función social era producir todo los bienes materiales que la sociedad necesitaba).
La característica principal de la sociedad estamental era su desigualdad civil. Esto hacía posible la división en dos grupos bien diferenciados: los privilegiados (nobleza y clero) que gozaban de derechos y privilegios y estaban exentos de impuestos, y los no privilegiados (el tercer estado) que no tenía privilegios y debían soportar todas las cargas fiscales.

3.1.- Una población estancada

La demografía del Antiguo Régimen responde a lo que se ha calificado como ciclo demográfico antiguo. Ese régimen se caracterizaba por unas tasas de mortalidad y de natalidad muy elevadas, por la baja esperanza de vida y por el escaso crecimiento de la población. La subalimentación, la falta de higiene y el atraso de la medicina provocaba una mortalidad muy elevada o “catastrófica” (entre 30-40%0), sobre todo entre los niños menores de un año, así la mitad de los nacidos moría antes de cumplir los 15 años. Como consecuencias, la esperanza de vida era muy baja (entorno a los 28 años). También la natalidad era muy alta, se calcula que cada mujer tenía una media de cinco hijos.

3.2.- El grupo privilegiado

El clero era el primero de los grupos y representaba un aparte muy pequeña de la población (menos del 1%). No tenía que pagar ninguno de los impuestos directos y sus ingresos provenían del diezmo y de su propio patrimonio. Poseía muchas propiedades urbanas y rurales, cobraban rentas señoriales y recibían el diezmo (la décima parte de la cosecha por parte de los campesinos).
La nobleza era el segundo grupo privilegiado y el núcleo fundamental de la clase dominante aunque sólo constituían el 2-3% de la población. La base de sur riqueza era la propiedad territorial y en conjunto poseía entre el 30-40% de todas las tierras (como sucedía en España). Gozaban de una serie de derechos honoríficos (a llevar espada, el banco reservado en la iglesia, el monopolio de acceso a los altos cargos…) económicas (derecho de caza, exención de trabajar en las obras públicas,…) y fiscales (exención de impuestos y derecho de cobrarlos).

3.3.- El grupo no privilegiado

El tercer estamento representaba la mayoría de población (90-95%) y agrupaba sectores sociales muy diferentes, tanto por su condición económica como social. A pesar de esa diversidad, al final del antiguo Régimen (s. XVIII) los unía un interés común : su oposición a los privilegios sociales y al mantenimiento del régimen feudal, así como la reivindicación de la igualdad civil.
En esencia, se pueden distinguir tres grande grupos entre los no privilegiados: la burguesía, las clases urbanas y los campesinos. La burguesía constituía la clase predominante y era el grupo económico más dinámico de toda la sociedad, ya que, en los últimos siglos su riqueza había aumentado considerablemente. Dentro de la burguesía estaba la burguesía “rentista” que vivía de las rentas de sus propiedades o capitales; la financiera (banqueros) y la industrial. Finalmente, la pequeña burguesía comprendía artesanos, pequeños comerciantes y profesiones liberales.
Sin embargo, el campesinado era el grupo más numerosos de la población del Antiguo Régimen (Francia en 1789 tenía 20 millones de campesinos). Podemos distinguir entre siervos y campesinos libres.
Los campesinos libres podrían ser arrendatarios o propietarios de tierras. Pero la mayoría de ellos no disponía de propiedades y sus condiciones de vira eran muy duras, porque la subida de los precios de productos básicos para su alimentación provocada por una serie de malas cosechas durante el s.XVIII, le dificultaba todavía más la subsistencia. Además, sobre ellos recaía la mayoría de los impuestos: reales, eclesiásticos, y señoriales. Ante esta situación, la abolición de las estructuras feudales era una reivindicación unánime del campesinado del Antiguo Régimen.

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Fuentes utilizadas:
- V.V.A.A: Historia del Mundo Contemporáneo (Editorial Vicens-Vives)
- V.V.A.A: Historia del Mundo Contemporáneo (Editorial Santillana)
- www.clasesdehistoria.com
- Glosario y Ejercicios: www.ntic.educacion.es





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